Agentes y corredores han sido durante muchos años el garante de nuestros bienes y de nuestra seguridad presente y futura.

La mediación de seguros se ha caracterizado siempre por ofrecer servicios como un profesional cualificado que actúa en calidad de intermediario entre las compañías aseguradoras y las personas. Ayudan a las compañías en la distribución de los productos que ofrecen y son el canal de comunicación y gestión entre los asegurados y las aseguradoras.

Con el tiempo, han aparecido figuras comerciales encargadas de comercializar seguros, a veces con prácticas no excesivamente éticas y teniendo como objetivo prioritario la venta antes que la calidad del servicio.

Hoy, con varias sentencias legales que limitan la actividad comercial aseguradora de los canales menos transparentes de venta del seguro, es un buen momento para recordar las muchas ventajas que ha conllevado desde siempre la contratación de nuestros seguros con profesionales, esto es, agentes y corredores.

Cuando sabemos que el precio no es el factor determinate para trabajar con un profesional del seguro, pues el trato con un mediador no supe un aumento en el precio final de nuestros seguros, se hace patente que los grandes valores estratégicos radican en la profesionalidad, la cercanía, el conocimiento del producto ofertado y sobre todo la atención al cliente para ofrecerle el seguro que mejor cubra sus riesgos. Prácticas como el infraseguro, que puede traernos en caso de siniestro no sólo importantes quebraderos de cabeza sino además un importante quebranto económico pueden ser subsanados con el consejo y experiencia de un mediador profesional.

 

Podríamos condensar sus ventajas en algunos puntos relevantes:

Asesoramiento personalizado y objetivo, a diferencia de otros canales donde a menudo se “obliga” a la contratación de seguros para obtener otros servicios.

Profesionalidad y control. La actividad de los corredores de seguros está regulada bajo el control permanente de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP) y deben cumplir una serie de normativas a nivel profesional y de formación que garantizan la calidad del servicio.

No hay costes adicionales, al contrario, en muchos casos el precio es más ventajoso tratando directamente con el mediador.

Conocimientos y experiencia, que garantizan que se nos ofrecerá una solución adecuadamente escalada a nuestra necesidad.

Atención y asistencia al cliente, personalizada y directa, incluso en casos de emergencia. La asistencia al cliente puede llegar incluso al estar entre nosotros y la compañía para defender nuestros intereses.

Deber de asesorar. Entre los requisitos de la actividad de la mediación se encuentra el de asesorar al asegurado en el momento de la contratación. La Ley obliga a facilitar al tomador, al asegurado y al beneficiario de los Seguros que hayan intermediado, la información que reclamen sobre cualquiera de las cláusulas de esas pólizas mientras estén en vigor.

Rigor y transparencia

El mediador de seguros está obligado a tener la calificación profesional y dependiendo del tipo de trabajo que realice, la ley prevé un determinado grado de formación.

Además, todos los mediadores en activo están debidamente registrados en un fichero público registrado en la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones.

 

La seguridad propia, de nuestro patrimonio, nuestra casa, nuestra empresa o nuestra familia son temas serios que debemos analizar bien a quién confiar y el mediador profesional es la mejor garantía del asesoramiento profesional y veraz que podemos necesitar.

 

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